CARMELO, CARAMELO
¡Qué felicidad!
Llegaba todos los domingos a visitarnos, cargado de una gran bolsa de papel repleta de caramelos y chucherías: Chupetas, chocolates, mentas, dulce de leche, chicles, chicharrones, choclos, galletas, besitos de coco.
Era Carmelo, amigo de papá, solía venir a la casa, porque su familia vivía muy lejos y no tenia a nadie en la Capital.
Su rostro era angelical, rubio con una hermosa sonrisa y gran entusiasmo por jugar con nosotros y por compartir con nuestra familia, era un muchacho, alegre y muy vivaz.
Al verlo, corríamos a su encuentro, con mucho cariño nos abrazaba y nos entregaba tan apreciado regalo.
Eramos felices, disfrutábamos mucho, mamá hacia un rico almuerzo.
En la tarde se despedía para volver al siguiente domingo, cargado con aquel "dulzón tesoro"
Lo bautizamos Carmelo, "Caramelo", porque nunca olvidaba tan hermoso detalle.
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