Amoris Laetitia (Comentada)
[24/9
10:37 p.m.] PAPA FRANCISCO.
LA ALEGRÍA DEL AMOR
11. La pareja que ama y genera la vida es la verdadera
«escultura» viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—,
capaz de manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a
ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios (cf. Gn 1,28; 9,7;
17,2-5.16; 28,3; 35,11; 48,3-4). A esto se debe el que la narración del Génesis,
siguiendo la llamada «tradición sacerdotal», esté atravesada por varias
secuencias genealógicas (cf. 4,17-22.25-26; 5; 10; 11,10-32;
25,1-4.12-17.19-26; 36), porque la capacidad de generar de la pareja humana es
el camino por el cual se desarrolla la historia de la salvación. Bajo esta luz,
la relación fecunda de la pareja se vuelve una imagen para descubrir y
describir el misterio de Dios, fundamental en la visión cristiana de la
Trinidad que contempla en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor. El Dios
Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente. Nos iluminan
las palabras de san Juan Pablo II: «Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no
es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad,
filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia
divina, es el Espíritu Santo»[6]. La familia no es pues algo ajeno a la misma
esencia divina[7]. Este aspecto trinitario de la pareja tiene una nueva
representación en la teología paulina cuando el Apóstol la relaciona con el
«misterio» de la unión entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,21-33).
COMENTARIO de Mariene Piñero Godoy
Siendo el amor la base de la pareja, el enamoramiento es el principio de todo y
una de las fases más hermosas, donde cada uno se pierde en el otro, en su
universo, en su realidad y en su
cuerpo. El hombre no quiere estar solo, no lo satisface la naturaleza, ni
los animales, requiere de alguien más, el encuentro con un rostro, donde el
amor fluye, con el intercambio de miradas, donde no es necesario hablar para
comunicarse, cada quien sabe lo que quiere del otro, esto es amor, amor divino,
proviene de Dios, ya que en él se genera lo más hermoso del amor. Quizás aquí
nos preguntamos si existe la media naranja, pues fielmente creo que sí,
es aquella que sin hablar te complace y conoce qué necesitas y es que
provenimos de la costilla de Adán, somos parte de él, pienso que somos parte de
las personas que escogemos como pareja, nos complementan, por tanto es
interesante ver como este entuerto llamado amor se endereza en la familia y en
las bases que ella genera.
[26/9 01:03 p.m.]
COMENTARIO: ponc capell capell: (SACERDOTE MERCEDARIO)
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