¡Nuestro hijo está enfermo!



por Marla Piñero


Al esperar un hijo siempre se quiere lo mejor de él, lo más deseado es que venga en condiciones de salud óptimas.  Todos queremos que nuestro niño disfrute en todo momento de una vida normal y eso incluye que goce de estabilidad emocional y cuente con un cuerpo fuerte donde todos sus órganos funcionen lo más perfecto posible.

Lamentablemente hay padres que pasan por la dura experiencia de tener que encarar un diagnóstico nada favorable en cuanto a la salud de alguno de sus hijos. Aún más si los resultados arrojan la presencia de alguna de las enfermedades graves, difíciles de tratar, altamente discapacitantes e incluso mortales, como es el caso del cáncer infantil, diabetes, enfermedades del corazón entre muchas más.

La primera vez que se escucha hablar de lo enfermo que esta el niño se puede sentir algunas de las siguientes sensaciones: un gran nudo en la garganta, un fuerte apretón en el pecho, desvanecimiento del cuerpo, taquicardia, falta de aire y cualquier otra reacción que expresa físicamente que se está por enfrentar una situación bastante desagradable e injusta.     
Si el niño es muy pequeño lo más seguro es que no llegue a estar consciente de lo que presenta y de lo que implica el tratamiento y exámenes, en este caso los padres deben enfrentar la dura noticia y tomar decisiones rápidas sin tener que dar explicaciones engorrosas al menor.

Con los menores ya de edad escolar en adelante es muy posible que el ambiente familiar se cargue aun más de emociones fuertes.   Todo dependerá de cómo se den las circunstancias cuando el niño se dé por enterado.  No será lo mismo si se da cuenta por si solo o si alguno de sus padres o representantes se lo dice.   Nada ni nadie prepara a alguien para estas situaciones tan difíciles, se dan y se deben afrontar y todo niño que pide repuestas y apoyo afectivo tiene el derecho de recibirlo de quienes lo cuidan y más de los que lo aman.

Es importante acompañar al niño en todo momento, brindarle seguridad en los diferentes procedimientos médicos y saberle explicar lo necesario que son realizarlos. También hay que dejarlos expresar sus sentimientos como y cuando ellos quieran (tristeza, rabia, frustración, desaliento, inconformidad, cansancio, etc.).  Buscar que se sientan confiados con el personal médico, asistentes y técnicos.

Contar con el apoyo y ayuda de la familia y amigos es de gran importancia, si involucramos a los más cercanos y confiables a las diferentes actividades médicas, de cuido o momentos de apoyo emocional las cargas personales se harán más livianas, los padres podrán tomar tiempo para tomar un respiro, de buscar apoyo psicológico si le es necesario, tendrán más oportunidades de moverse para buscar ayuda económica entre otros.  

Somos humanos tenemos derecho a sentirnos tristes, infortunados e impotentes, no estamos esperando malas noticias sobre la salud de nuestros niños, pero algo que es cierto es que todos queremos hacer lo posible e imposible por nuestros hijos y todos podemos sacar las fuerzas que tenemos guardadas y que quizás no conocemos para lidiar con este tipo de circunstancias.

¡Ánimo a todos los padres valientes de cada hijo enfermo de este mundo!


Marla Piñero, es una madre que perdió a su hijo por cáncer cerebral.
Es escritora de cuentos y de reflexiones para padres con hijos enfermos.

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