Feliz 2021

 



Llegamos a la época decembrina, después de un año muy fuerte en términos de supervivencia por la gran pandemia mundial COVID-19.

Detenerse fue crucial, creo que fue algo que nos pasó a todos, necesitamos ese break, stop o pausa, ese mirar lo que está pasando tanto fuera como dentro de nuestro mundo interior.

Quizás no fue lo mucho que hicimos, sino el significado de aquello que pudimos  realizar con verdadero amor.

Comprendimos la cercanía de la muerte y de sentir que todo puede cambiar de un día para el otro, descubrimos en este aspecto nuestra vulnerabilidad ya que no somos eternos, ni imprescindibles dentro de nuestro núcleo familiar.

Esta pandemia nos hizo ver más cerca el grave daño que le producimos a nuestro planeta tierra, su progresiva destrucción, nos permitió observar cómo ante la ausencia de seres humanos, los animales se acercaban a las ciudades, quizás reclamando su propio territorio, destruido por la ambición humana, muchas especies pudieron duplicar en cantidad y descansar de la caza y destrucción de su hábitat.

Nos acercó a nuestros familiares, quizás y muy probablemente también nos alejo, vivir 24X24, nos permitió encontrarnos con nuestros egos inflados o destruidos por las creencias y costumbres, tiempo de encuentros y desencuentros.  Los que pudimos crear lazos fuertes ¡muy bien! los que decidimos alejarnos y crear cercos, pues sigamos trabajando en nuestras relaciones, definitivamente en la familia nada es perfecto, eso es lo bonito de ella.

Valoramos nuestro hogar, nuestro pedacito de espacio, pobre o rico, eso es lo que tenemos y podemos disfrutar, hacer de él un lugar agradable, fue crucial en esta pandemia.

Nos permitió ver el desapego como algo natural, para qué tener y acumular tantas cosas si mañana a lo mejor no estaremos, compartir aquello que tengo y cambiar lo que no necesito, aspectos claves para dejar lo que no sirve y seguir sin problema.

Entendimos que lo más importante es el momento presente, aquel que nada me lo va arrebatar, ni el pasado fastidioso, ni el futuro abrumador, vivo mi momento, apreciando aquello real y tangible: la vida.

A nivel laboral particularmente fue un año duro, tiempo de reinventarse en muchas áreas, aprender a trabajar de manera digital, manejar nuevas herramientas  y de mirar cómo puedo avanzar en esta nueva realidad.  

Le dimos valor al tiempo, al de ocio y al de trabajo, nos visualizamos haciendo cosas muy productivas y no perderlo por gusto. No hay tiempo que perder si queremos dejar una huella significativa en nuestro valioso y cambiante mundo.

Añadimos un nuevo accesorio a nuestra indumentaria, dándole un significado a nuestra rutina, será que nos  dice: “habla menos y escucha más”

Finalmente valoramos LA VIDA, en mayúscula, aquella que fue dada por Dios para que hagamos con ella algo verdaderamente hermoso.

Muchos escuchamos más a Dios, tanto en nuestras oraciones como en los milagros que pudimos percibir en nuestra vida y en la de las demás.

Si tu tiempo transcurrió normal, también es válido, forma parte de tu caminar, pero definitivamente es bueno, darle un significado a este tiempo que estableció un antes y un  después del 2020.

Después de todo esto...


Disfrutemos del 2021, esperando sea un año muy  especial

Comentarios

Entradas populares de este blog

La caja (Cuento)

Mi día perfecto

EL primer amor.