Te encontré.
Me
caso con Leonor, estoy tan feliz, nuestra boda está planificada para el mes de
marzo.
La
conocí de manera casual, resulta que en el apartamento que alquilé cerca del
campus universitario, se dañó la
lavadora, al rodarla para verificar qué
le pasaba, había una carta escrita con letra infantil, sin firma, me llamó la
atención que al final decía: “siempre te
amaré Leonor Godoy”, me pareció muy
graciosa y original, luego de leer la carta se me ocurrió una idea loca, busqué por Facebook, este nombre y
envié un mensaje a las Leonor Godoy que aparecieron, eran cómo 30, preguntándole si había vivido en la localidad
donde estaba ubicado mi apartamento.
Una
chica me escribió, era la mujer que había vivido allí, recordó la lavadora, la
había comprado de segunda mano, no le había salido tan buena, la dejó al
mudarse, ya que se cambiaba a un lugar mejor con artefactos más modernos.
Leonor
estudia Derecho, en la misma universidad dónde estoy estudiando Arquitectura, nunca
la había visto, no recuerdo haberme topado con ella, lo recordaría, por fotos
era realmente hermosa, alta, morena con el cabello rizado, su boca gruesa, yo
un poco más bajo, ella muy elegante, yo un poco más desgarbado, no hacíamos la
pareja perfecta, pero se estableció un dialogo interactivo, atractivo, familiar
y muy cercano.
Chateamos
por varios días, intentábamos conectarnos, sin embargo, por el teléfono, se nos
hacía difícil, debíamos conocernos, hablar hasta cansarnos, mirarnos para ver
si realmente éramos compatibles, para ello establecimos una cita.
Nos
encontramos en un restaurante muy conocido cerca del campus, estaba nervioso,
no quería darle una mala impresión, todo lo contrario, quería destacarme para
serle atrayente.
Llegué
temprano y esperé al final del salón en una mesa para dos, llegó, la vi radiante,
pero lo que más me llamó la atención era que sentía que la conocía, debía ser
mi impresión, una sensación extraña. Hablamos de muchas cosas, especialmente de
nuestra experiencia en la universidad.
Le
enseñé la carta que encontré, me dijo que la había perdido, que se la había
regalado un niño que había conocido unas vacaciones en Turquía cuando tenía 7
años.
─ No recuerdo su nombre, dijo, sólo tengo en
mi memoria los momentos vividos durante aquel tiempo en los paisajes de ese
hermoso país.
Leyó
la carta con cuidado:
Turquía, 1996
Te conocí en
Turquía,
Sabías que eras
mi amor,
Pero no durará,
Tendremos que
separarnos,
Nos iremos con
nuestros padres,
Pero quiero que
sepas que te quiero mucho,
No te voy a
olvidar
Siempre te
amaré Leonor Godoy.
─ He intentado recordar cómo se llamaba, más
no lo recuerdo, ─dijo melancólica.
─ Era una
familia que vivía cerca de nuestra casa de vacaciones, la pasamos muy bien en
aquellos tiempos. ─Guardé la carta,
porque siempre me pareció tan tierna, manifestó, mientras la cerraba con
cariño.
Después
de esa cita, nos vimos muchas veces, nos enamoramos, decidimos hace un mes
casarnos, pero antes debíamos conocer a nuestras familias.
Preparamos
el viaje, como nuestras familias, que vivían en regiones diferentes, decidimos
encontrarnos en una localidad cercana, en un hermoso hotel, mis padres, sus
padres y hermanos. Disfrutamos el
encuentro, pero mi madre miraba a Leonor de manera extraña, le recordaba a
alguien, no sabía a quién.
Nos
despedimos, el domingo temprano, cada quien tomo su camino.
Al
día siguiente, mi madre me llama, diciendo con emoción: ─Yo sabía que la conocía, es la chica de Turquía, aquella que conociste
cuando tenías 7 años y te enamoraste de ella.
Mi
madre tenías una foto de aquellas vacaciones y reconoció a Leonor. Me envió un
mensaje con la foto de los dos tomados de la mano. En ese momento mis recuerdos llegaron,
recordé los momentos vividos con aquella chica, durante esas vacaciones y la
carta que le escribí. Era algo realmente difícil de explicar.
Había
conocido a mi esposa a los 7 años y no lo sabía, nuestras almas se encontraron
nuevamente para no volverse a separar.
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