Sabor a casa: la identidad venezolana servida en una taza de café
Para el venezolano tomar café es parte de una rutina maravillosa, representa “el calor del hogar”, ya que es el primer olor que percibimos en nuestras mañanas.
Cada vez que olemos el café,
recordamos con cariño la ternura de nuestra casa, el beso de nuestra madre y de
las abuelas o simplemente levantarse y sentir el calor de la familia alrededor
de la cocina para degustarlo.
Antiguamente existía una capucha
para colar café, una base metálica con
un aro o un cono, aún muchas personas la usan, pero ya en muchos hogares existe
la cafetera moderna tradicional y en éstas el olor no es el mismo.
Recuerdo cuando íbamos a Trujillo
y en las casas coloniales de mi familia uno a uno se levantaba, con suéter,
ruana y cobija y nos tomábamos nuestro guayoyo dulce, oyendo las historias de
las tías, acompañadas de las gotas de lluvias en el techo de zinc.
En la región de los andes se
tuesta el café en las casas y aquello es una maravilla, porque nos trasporta a
través de la hermosa tierra que se
produce y nos hace hacer la obligatoria pausa para degustarlo.
Ser venezolano y vivir en los
andes es un regalo, porque en esa región todo gira alrededor del café.
El café en nuestra tierra es un gesto de amor, de encuentro, de cuentos, de chismes, de nuevos amigos y de
divinas experiencias.
Es obligatorio en cada hogar
venezolano dar café al visitante y luego conversar de todo un poco.
En Venezuela, pedimos el café de
diferentes maneras; negrito, cerrero,
carajillo (con licor), guarapo con leche, tetero, marrón, marrón claro o marrón oscuro, cortado,
guayoyo.
Existen otros tipos de café de
máquina que se están poniendo de moda; latte, capuchino, moka, etcétera, sin
embargo estos tipos de café han aparecido recientemente.
Nuestra cultura del café va
relacionada con el amor, con el deseo de cuidar, de relajarse, de pasarla bien,
pero sobre todo de compartir.
Al finalizar de comer, la
sobremesa del venezolano se llena de olor y sabor con el café acompañando
nuestras tertulias.
Me encanta nuestra tradición y para
tomarme ese cafecito siempre busco una tacita de peltre, porque con ella, mis
recuerdos viajan a las remotas tierras de Trujillo con su agradable y dulce
olor a café.
Venezuela amo tus costumbres, tu sabor a café recién colado y el olor a tierra mojada.

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