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El tesoro mejor guardado de Venezuela

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  Mucha gente puede decir que el tesoro mejor guardado de Venezuela es su petróleo, su oro y piedras preciosas, o sus hermosos  parques y monumentos naturales como el Salto Ángel,   los Tepuy, o el Pico del Ávila ubicado en Mérida. Pues déjeme decirle que el tesoro mejor guardado es su “gente”, les aseguro que somos diferentes a cualquier país del mundo. Acostumbrados a ser respetuosos con cualquiera, somos cercanos y afectivos,   alegres y nos encanta socializar. Gente cálida en su mayoría, donde nos hacemos amigos de aquellos que no conocemos e inclusive lo podemos integrar a nuestro grupo de amigos. Donde nuestro vecino es nuestro hermano más cercano y con él hacemos fiestas o reuniones e inclusive nos vamos de paseo o vacaciones. Adoptamos a aquel extranjero que se encuentra solo, lo añadimos a nuestro grupo y caminamos con él. Cuando vamos de compra,   le decimos   “mi amor” a un vendedor, socializamos en una tienda y disfrutamos de ha...

Te encontré.

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  Me caso con Leonor, estoy tan feliz, nuestra boda está planificada para el mes de marzo. La conocí de manera casual, resulta que en el apartamento que alquilé cerca del campus universitario,   se dañó la lavadora,   al rodarla para verificar qué le pasaba, había una carta escrita con letra infantil, sin firma, me llamó la atención que al final decía: “ siempre te amaré Leonor Godoy ”,   me pareció muy graciosa y original, luego de leer la carta se me ocurrió una idea loca,   busqué por Facebook, este   nombre y   envié un mensaje a las Leonor Godoy que aparecieron, eran cómo 30,   preguntándole si había vivido en la localidad donde estaba ubicado mi apartamento. Una chica me escribió, era la mujer que había vivido allí, recordó la lavadora, la había comprado de segunda mano, no le había salido tan buena, la dejó al mudarse, ya que se cambiaba a un lugar mejor con artefactos más modernos. Leonor estudia Derecho, en la misma universidad dónd...

El ocupante del faro.

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   Caminaba por la playa plácidamente, las olas del mar estaban fuertes y la brisa alborotaba mi cabello. Me sentía triste, muchas cosas habían pasado por mi vida, la muerte de mi madre y la inevitable separación de Raúl. A pesar de esto mi vida era activa e interesante, porque mi trabajo ocupaba mi tiempo y mi pensamiento, manteniéndome ocupada.  A lo lejos vi un  faro , su aspecto blanco con franjas rojas me llamó mucho la atención, me encantaban las historias que se contaban alrededor de estas edificaciones y de sus cuidadores que con gran esmero trabajan en ellos. La arena blanca y el mar azul, hacía que  el faro  se viera deslumbrante, me acerqué a su puerta, toque con fuerza pensando que el cuidador estuviera dormido y nadie contestó. La puerta se abrió y subí por sus escaleras circulares de madera, la cual crujían a cada paso.  En la medida que subía cada peldaño,  el viento se hacia más fuerte, su silbido era como una melodía, que se colab...

Dejaste de buscarme por las noches.

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  Dejaste de buscarme por las noches. El tiempo enfrió nuestras sábanas. Los besos se perdieron en la rutina. Nuestros abrazos se pusieron en huelga. Las caricias se extinguieron en  el fuego. El amor se cansó. Dejaste de buscarme por las noches. El sillón de la estancia nos extrañó.  El  mañanero fue un pasatiempo.   Las citas se cambiaron por juegos con amigos. Un beso diferente activó la emoción. El amor se cansó.  Dejaste de buscarme por las noches. Nuestra sangre se heló.  La memoria de nuestra espalda, se fue de viaje. Olvidamos nuestro primer encuentro. Tu risa  cambió por reproche.  El amor se cansó. Dejaste de buscarme por las noches.  El café juntos por la  tarde se enfrió. Las flores del 14, se marchitaron. Una lagrima, rodó fría por la almohada. Nuestro aniversario festejó solo en un bar. El amor se cansó. Dejaste de buscarme por las noches. Nuevos amigos, llenaron nuestros vacíos. La caricia de un extraño, te llamo...

UN MONSTRUO EN LA CIÉNAGA

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  Las últimas luces del día se despiden de la playa, las garzas y los flamencos dejan una estela rosada por el cielo. Las tortugas buscan refugio en las frescas piedras y el croac–croac de las ranas arrullan a los animales que conviven en la ciénaga. Los manglares dan la despedida al día, purificando el agua contaminada, moviendo con las mareas aquello que pudre sus entrañas, ayudando a todos los seres que se encuentran entre sus raíces a tener aguas cristalinas. Se respira paz y tranquilidad, la luna aparece tímidamente, creando un ambiente relajante y armonioso.   La vida silvestre de la ciénaga se duerme con la cálida brisa de mar que llega hasta sus orillas. Entre tanto a lo lejos, en la planta petrolera se escucha una explosión, una luz incandescente, fulgurante sale de sus chimeneas, por debajo del mar, donde se encuentra una maraña de tubos, un monstruo aceitoso se escapa del lugar. El monstruo al verse libre, recorre los parajes de la ciénaga, come sus manglares ...

Tu cielo

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  El ruido de las risas, callaban el sonido de tu silla de ruedas, Alí y Elías, la empujaban con mucha ternura. Tomamos el funicular del teleférico hacia la cima de la imponente montaña del Ávila, llena de vida y energía, esto contrastaba con la palidez de tu carita y tu delgadez. Creíamos que subíamos al cielo, nos llenamos de gozo ante este fugaz momento, sabíamos que faltaba muy poco y estas salidas eran importantes para todos. Llegamos al Paseo del Humboldt, caminamos al lado tuyo, el frío heló nuestros cuerpos, nuestros pensamientos divagaban. Cada cierto tiempo, nos mirábamos con tristeza. Verte sonreír nos ayudaba a comprender que la vida se apagaba, ver el paisaje desde el Ávila nos acercaba al cielo decembrino más hermoso que habíamos visto. Te fuiste 6 meses después, han cambiado tantas cosas, sobre todo cómo miramos el cielo. Te invito a leer mi libro: "Descubre lo extraordinario en tí"

Sábanas Blancas

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  - ¡Despierta hoy a la vida!, se dice Marcela, luego de ver la luz del amanecer entrando por la ventana de su cuarto. Se sienta en la cama y de repente, llega un recuerdo, drásticamente se acuesta y se tapa rápidamente. -¡No, No quiero pararme!, - quiero pasar todo el día aquí.   La habitación de Marcela estaba rodeada de cosas hermosas, aún estaban aquellos regalos que dolían. Cuando menos lo esperaba, una lágrima rodó tímidamente por su mejilla y la tristeza invadió su corazón. Él ya no estaba, se había despedido para siempre aquella noche fría de invierno, con un beso y un largo abrazo. No lo vería jamás, sus últimas palabras no las podía   olvidar: ‑“Te amaré siempre”, y sobre todo sentir en ese momento la tibieza de su cuerpo que la hacía temblar. Recordar aquello, revivieron los recuerdos que le traían las sábanas blancas en su habitación.       Te invito a leer mi libro "Descubre lo extraordinario en ti"     ...