por Mariene Piñero El adviento es tiempo de alegría, nos preparamos para recibir en nuestro corazón a Jesús, con humildad y sencillez, un Rey que nació en un pesebre, para demostrarnos que lo más importante es la riqueza del alma y del corazón. Para prepararnos debemos hacer cosas sencillas que nos permitan sensibilizarnos ante este bebé frágil que cambiará el rumbo de nuestra vida, estamos tan llenos de culpa, rabia, de palabras no dichas, de acciones no cumplidas, pérdidas de tiempo, de cosas o sentimientos superfluos, que es necesario dejarlos ir para abrir nuestro corazón a Dios. Es necesario ser humildes, reconocer que sin Dios no somos nada, lo necesitamos en nuestra vida para que ésta florezca y tenga un verdadero significado. Doblegar nuestro ego espiritual, lleno de soberbia, altanería, posesiones, exceso de trabajo, egoísmo, reconociendo que dentro de nuestra humanidad, espiritualmente somos más fuertes a través de la esencia de Cristo y podemos...